Uso de técnicas de mapeo y remuestreo para mejorar la calidad del suelo en un establecimiento agrícola de la zona centro-oeste de Córdoba
Plan FullAgro
Acopio - Mariano Granatelli
Zona - Centro-Oeste, Córdoba
Establecimiento agrícola ubicado en la zona centro-oeste de la Provincia de Córdoba, Argentina, caracterizado por presentar relieves planos cóncavos, con suelos de la serie Olaeta de textura franco arenosa con baja retención de humedad y baja estabilidad estructural (Carta de suelos de la provincia de Córdoba, Hoja Ucacha; Secretaría de Ambiente-INTA; 1993).
El objetivo fue delimitar y cuantificar con precisión las principales limitantes y deficiencias químicas y físicas del suelo para diseñar prácticas de manejo que nos permitan mejorar los índices productivos y hacer un uso más eficientes de los recursos.
Se realizó un mapeo de conductividad eléctrica aparente (ECap) utilizando una rastra Veris 3100 para delimitar zonas diferentes dentro del campo. Posteriormente se realizó un muestreo dirigido en función del mapa de ECap, con una intensidad de 1 muestra compuesta por 15 piques de 0 a 20 cm cada 3,5 has, y una muestra a profundidad por macro-ambientes de 50 has, todas geolocalizadas.
Figura 1: Proceso de diagnóstico a campo. A: Límite del lote medido con DGPS; B: mapa de ECap; C: zonas de muestreo de 3,5 has; D: puntos de muestreo en cada zona; E: modelo digital de elevación; F: Modelo digital de elevación t mapa de potencial de humedecimiento.
De cada muestra se analizaron en laboratorio 24 determinaciones, entre ellas porcentaje de sodio intercambiable (PSI), concentración de sales, pH, MO, CIC, macro y micro nutrientes y textura. Mediante técnicas de interpolación se construyeron mapas de cada una de estas variables, delimitando las áreas que presentaban limitantes y deficiencias, cuantificando su magnitud. Con datos de altimetría obtenidos con DGPS, se construyó un modelo digital de elevación y se calcularon índices topográficos.
Problemáticas
Una de las principales limitantes químicas diagnosticadas fue el nivel de fósforo del suelo, cuyos valores medios rondaban las 10 ppm en el perfil 0 a 20 cm, con máximos de 65 ppm y mínimos de 3,2 ppm. Además, entre otras variables, se identificaron niveles bajos de materia orgánica (Figura 2).
Figura 2: A, mapa de conductividad eléctrica aparente y puntos de muestreo perfil 0 a 20 cm; B, mapa de concentración de fósforo (Bray and kurtz 1, ppm); C, mapa de concentración de Zinc (Mehlich III, ppm).
Propuesta de trabajo
Para manejar la principal limitante identificada se implementó una estrategia de fertilización fosforada para reconstruir los niveles de fósforo del suelo a una base de 15 ppm, niveles en los cuales esperábamos alcanzar el 90% del rendimiento relativo de los principales cultivos según lo indicado por Correndo et. al. (Figura 3).
Figura 3: Rendimiento relativo de maíz (A) y soja (B) en función del nivel de PBray-1 (0-20 cm) a la siembra. Las líneas verticales indican el nivel crítico de PBray-1 para obtener 90% del rendimiento relativo según textura de los suelos (Fina: Argiudoles Vérticos, Media: Argiudoles Típicos y Gruesa: Hapludoles). Fuente: Correndo y col. (2015).
Para ello se calculó la dosis necesaria por ambiente y se generó una prescripción de fertilización variable con fosfato monoamónico el primer año (2013). Posteriormente, y con el objetivo de mantener el balance de fósforo en cero, luego de cada cosecha se levantó el mapa de rendimiento y se calculó la tasa de extracción de fósforo de cada cultivo. Con ello se generaron prescripciones fertilización variable para reponer este nutriente. Además, en los cultivos de soja y maíz incluidos en la rotación, se utilizaron al momento de la siembra fertilizantes arrancadores (mezclas químicas) con fósforo en su composición.
A los fines de evaluar el impacto de esta estrategia de fertilización se dejaron como testigo, dos grandes franjas donde solo se utilizaron los fertilizantes al arranque de los cultivos, sin realizar las aplicaciones de reconstrucción (Figura 4).
Figura 2: A, mapa de conductividad eléctrica aparente y puntos de muestreo perfil 0 a 20 cm; B, mapa de concentración de fósforo (Bray and kurtz 1, ppm); C, mapa de concentración de Zinc (Mehlich III, ppm).
En la campaña 2019 se realizó un re-muestreo en los mismos puntos donde se había muestreado originalmente para evaluar el impacto de las prácticas de manejo adoptadas. El fósforo del suelo ascendió a los niveles objetivos, mostrando concentraciones medias de 15 ppm (gráfico 1).
Gráfico 1: Variabilidad en las concentraciones de P Bray I para el año 2013 vs. el año 2019.
En las franjas testigos, que no recibieron dosis de reconstrucción, se observan en promedio los mismos niveles de fósforo que en 2013 (Figura 4).
Figura 4: Mapa de concentración de PBray I en el año 2013 (A), vs. 2019 (B).
El gráfico 2 muestra las diferencias en rendimiento entre ambas estrategias de fertilización durante 6 campañas para cultivos de soja y maíz. Si sumamos estas diferencias obtenemos un extra de producción en este lapso de tiempo de 3.800 kg/ha producto de una mejor y más eficiente nutrición del cultivo.
Gráfico 2: Diferencias de rendimiento entre estrategias de fertilización para 6 campañas agrícolas.
Conclusiones
La tecnologías de diagnóstico preciso del estado nutricional de los suelos, junto con el manejo a tasa variable de las dosis de fertilizantes, nos permite de forma rentable la reconstrucción y mantenimiento de los niveles de fósforo del suelo próximos o por encima de los umbrales de respuesta, obteniendo mayores rendimientos y estabilidad a lo largo del tiempo.